Según agonizo en tus brazos,
llevado por esa pequeña muerte que me concedes.
Entre estertores y espasmos, exhalando las últimas bocanadas:
mi aliento y mi inexistente alma.
Conozco solo entonces; el placer no soñado del pez sin agua,
el galope desbocado del caballo sin rienda
-el corazón a punto de estallar, la llanura sin horizonte-.
Y el descanso rendido, desnudo, junto a ti, me delata.
Como lo hace mi boba sonrisa, recordando al día siguiente.
En el suplicio, entiendo, por unos instantes,
de la palabra éxtasis, el secreto significado.
432. LA REVOLUCIÓN DE LOS CLAVELES.
Hace 6 días
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