Todo muy profesional. Rápido, firme: eficiente.
Hasta que me dijo que me diera la vuelta…
Recapitulemos.
El contacto fue directo, todo trasparente.
Máximo una hora, me dijo.
Desde el primer momento me supo manipular.
Las órdenes claras:
Desnúdate, tumbado. Relájate, dime si duele.
Mínima conversación.
Cortesía inútil, ambos teníamos las ideas claras.
Sin tapujos, sin falso contactos casuales.
O sugerencias veladas.
Hombre contra hombre, trabajando mi espalda.
Mis glúteos, mis hombros. Y el perineo si se presta.
Si hubo algún sutil escarceo…
terminó cuando me di la vuelta.
Sobraban, como decirlo... las palabras. Pasó a la acción.
Su técnica, verdaderamente depurada.
Nada que objetar. Me dejé hacer: el sujeto era yo.
Y el juego terminó tal como prometió...
Me lo dicen mis amigos: date un masaje siempre que puedas.
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