“Hablamos, ya te llamaré”.
Una y otra vez, frase trillada.
Tu cara de circunstancias, lo mejor.
Entro por la puerta,
contando a mis amigos mis historias:
llamadas no devueltas, cruces inesperados.
Y allí apareces tú, perplejo.
Excusas no pedidas, balbuceadas.
-¡Tío, solo fue un polvo!- pienso.
Rápido, en la noche del Orgullo,
ni siquiera memorable.
Así que nos saludamos,
durante unos minutos hablamos.
Me miras de reojo durante la fiesta,
tal vez calibrando si es factible,
si es posible otro revolcón.
Y nos despedimos, con la dichosa frase.
¡Incluso dudo que conserves mi número!
428. PALABRAS FAVORITAS.
Hace 4 años
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