jueves, 17 de septiembre de 2009

BELLO DURMIENTE EN EL AVE

Duermes ... y tu inocencia parece real.
Reposas tu cabeza sobre tu hombro,
oscila al compás del tren.

Yo, sin disimulo, te observo.
Tal vez espero que despiertes,
que abras los ojos y me sorprendas.
Que me sonrías, y comencemos:
una conversación, unas risas;
un polvo, tal vez mucho más.

Tu pelo tan corto,
pantalón y camiseta de moda,
tan ceñida que me da envidia.
Zapatillas rabiosamente actuales.
Y, sobre la mesa, una gorra de … ¡Dolce y Gabbana!

Moreno pero no tanto.
Musculado, lo suficiente.
Las manos no me gustan, sin embargo.
Barba rala que rasca,
que imagino ya sobre mi piel.

El contraste lo da tu cara.
El perfilado de tu boca,
con un mohín permanente.
Invitadora al beso,
a un latrocinio de sensaciones.

Reposas semi-tumbado, entre asientos.
Descansas, lánguido, con las piernas retorcidas.
Y alzas un brazo en tu sueño, sobre tu cabeza.
Composición en un cuadro, no demasiado masculino.
-¿Ingres y La Fuente?-.
Pero tan erótico, que pese a todo
te robaría ese ósculo.
Tus labios brevemente acariciaría.
Te dejaría durmiendo, soñando.
Pero con un nuevo personaje en él.
Y una sonrisa sobre tu cara.

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