martes, 25 de marzo de 2008

POSTHAMMAM

Días después, solo puedo recordarte.
Cierro los ojos; veo tu perfil.
Contra la débil luz y el arco apuntado,
se recorta tu silueta:
tu semidesnudo cuerpo, la escasa y húmeda toalla.

Siento de nuevo tus manos:
sobre mi piel, dando forma a mis deseos.
Visión dual:
tumbado sobre la piedra caliente;
como espíritu que flota, de la escena disfrutando.

Me recreo en tu tacto, en tu masaje.
¡Si solo hubieras explorado algo más mis glúteos!
Hubieras sentido como, para ti,
me hubiera abierto.

Sin saberlo nadie,
entre la penumbra y el vaho.
Con suspiros apenas acallados,
en las bóvedas resonantes.
Con la vergüenza, el anhelo;
el miedo contenido.
La lujuria desatada.

Sí, me observaste en mi desnudez,
al irme.
Tal vez tu mano estuvo algo más de lo debido,
sobre la mía.
Pero, ¡qué pecado!,
qué oportunidad perdida.

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