martes, 1 de febrero de 2011

DESTINO: DAMASCO

Que imposible, sabían.
Esclavo el uno; del sheik hijo, el segundo.
Tez blanca sobre piel oscura:
excesivo el contraste.
Y las incipientes barbas, barreras prohibidas.

Pero en ruta, las largas semanas pesaron,
los antiguos y olvidados dioses jugaron.
Tal vez fue la edad, tan jóvenes e ilusionados.
O las privaciones,
los pequeños, gentiles detalles.
Pero lo inconcebible ocurrió:
en la oscuridad, o por las dunas, ocultos encuentros.
Lo previsible también:
la vergüenza de ser descubierto con otro joven,
el siervo moreno.

Entre gritos de furia del padre,
entre llantos de la madre esclava,
Con sofocados gemidos de Tarik ...
Yarmuk, el joven esclavo, abandonado es.
A un destino cruel:
Sol y sed en el desierto.
Su culpable amante, deshonrado, vigilado es.

Pero el simún llega, vengador o misericordioso.
Asola la caravana y en la confusión, Tarik escapa.
Un odre con agua, queso y abrigo, por todo fortuna.
En misión que sabe imposible:
encontrar a Yarmuk, escapar a Damasco.


Como poco, compartirán,
en un abrazo sin fin ...
la eternidad y el último lecho.

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