jueves, 31 de mayo de 2007

DODA-DODA

Tenía que ser. Atractivo, altivo casi.
En mi prisa tuve tiempo de elegir.
Para el caso, el tráfico atrapado.
Sin dudar, lo mejor una moto-taxi:
Doda-doda.
Media docena de chavales, en la esquina.
El sonrió y yo lo supe: él.
-Hold you tight.
“A ti”, pensé, ya asido a la moto.

Primer frenazo, primer encuentro.
-Sorry- nos disculpamos ambos.
Más coches, mas contacto.
Y demora de un segundo. Más de lo necesario.
Piel y sudor. Olor embriagador.
Sueños y deseos. Todo en un instante.

La tercera vez, no hubo opción:
Mi naturaleza, arrebatada, se mostraba.
Fueron cinco, los segundos.
Dos por mí, tres por él.
Calor en la cara.
De vergüenza.
De pasión.
De placer.
-Hold me tight –con énfasis, está vez.
Duro, el abdomen. Fuertes, las ganas de explorar.
El torso, los hombros. Y más abajo de la cintura.
Los brazos que brillan al Sol.
Los músculos que se tensan,
según maneja la moto.
“Manéjame así”, pienso.

Seguimos sin hablar,
Aunque noto su respiración.
Los pulmones que bombean,
Tanto o más que los míos.
Mucho más de lo necesario.

Ligero toque de mejillas.
Más presión de mis brazos, alrededor de su cuerpo.
Circulamos por Kampala. El destino incierto.
No lo suficientemente lejano.
¿Qué haré? ¿Y él?

Pero ya avisto el restaurante: Kampala Casino.
“Maldición”. Me separo, mientras la moto frena.
Bajo y dudo.
Mis amigos esperan. Sonrío, nervioso.
Confundido y excitado, un ademán de pagar.
Devuelve la sonrisa, la mano sobre la mía.
Con al cabeza niega. Sus ojos brillan.
En sus pantalones, el bulto, tan evidente como el mío.
Mis amigos esperan. Observan.
Estrechamos las manos. Percibo su calor.
Último contacto.
Demoramos un segundo. Y adiós.

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