sábado, 15 de septiembre de 2007

Un albergue, unas duchas

Un albergue, unas duchas:
Seis oportunidades.


Al fin aparece, una al menos.
Último día, tiene que ser ahora.
En mi cabina, secándome, observo.
Joven, blanca piel.
Pocos más de veinte, tienen que ser.
Se desnuda lentamente;
me deleito mientras sueño.


Una mirada de soslayo. Otra. Una tercera.
Y un giro de su cuerpo.
Ocultando su delito, la incipiente erección.
Se inclina, tal vez se resguarda.
Pero me ofrece el peligro,
la blanca, suave curvatura de su cuerpo.


Sin pensar, mi mano se adelanta.
Sobre su cintura se posa,
acaricia su nalga.
Él tiembla. Y posa su mana sobre la mía,
mientras un suspiro se escapa.


- ¿Estás solo?
Un gesto, un 'no', por respuesta.
- ¿Primera vez?
Ojos que rehuyen, mirada nerviosa, un tenue sí.
- ¿Quieres ...?
Carraspeo, duda:
- No ... Sé ... Sí.


Cuerpos que se juntan,
beso en el hombro, calidez de su pene.
Excitación, sin control. Preeyaculación.
El corazón, frenético.
El deseo... el peligro.


Se vuelve, se me ofrece.
besando su cuello, su espalda,
descendiendo.
Exploro, horado con mi lengua.
Preparo el camino.
Sorprendentemente abierto, soñado mil veces tal vez.


Me sumerjo en él. Penetro y vuelvo a penetrar.
Golpes de cadera contra cadera;
mar y tierra, acantilado batido por la tormenta.
Acaricio su pecho, muerdo su cuello, le masturbo.
Demasiado para él, para mí.
Calor y humedad en mis manos.
Exhalación, sacudida sin control.


Agotado, sobre una silla se abandona.
Sonríe. Beso sus labios.
Lentamente, le empujo a su ducha; me meto en la mía.


Justo a tiempo.Entran, no sospechan.
Veo su silueta en el cristal,
el agua que resbala sobre su piel,
las gotas que rebotan.
Recuerdo su tacto, su olor.
Celos siento.


Deprisa, se seca, se viste.
Ni una palabra. Solo una mirada. Y la complicidad.
Se marcha.
Del baño, del albergue. De mi vida.


El recuerdo perdura.
Como siempre, el olor también.

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